El consumo de leche, especialmente de vaca, está muy arraigado en la cultura occidental. Principalmente en América y gran parte de Europa. Por mucho tiempo nos han hecho creer que es un gran aporte de calcio y nutrientes importantes para nuestro crecimiento y desarrollo. Decir lo contrario, usualmente genera rechazo. Sin embargo, estudios recientes y el hecho de que hoy en día el 70 % de la población es intolerante a la lactosa, según datos de la facultad de Medicina de Harvard, nos dice que no es tan saludable como pensamos.
La leche de cada especie animal contiene un equilibrio de nutrientes específicos para el desarrollo de esa especie. Es por excelencia el alimento ideal de los lactantes, y cada especie de mamíferos tiene la suya. La especie humana es la única que ha tomado por costumbre seguir lactando después de terminada su etapa de lactantes y además, lo hace de otras especies mamíferas
En el artículo de esta edición me voy a limitar a tratar solo uno de los inconvenientes del consumo de lácteos y es precisamente la lactosa.
La lactosa está formada por glucosa y galactosa, dos azúcares simples que nuestro organismo debe dividir para poder digerir. Este proceso lo logra gracias a una enzima que se denomina lactasa.
Todos los mamíferos contamos con esta enzima hasta que empieza a “dormirse” el gen que la produce. Los humanos la segregamos desde que nacemos hasta los dos o tres años de edad. Después va disminuyendo progresivamente hasta desaparecer, esta reducción se da normalmente cuando comienzan a aparecer los dientes. De esta manera, se entiende que estamos listos para desgarrar alimentos y por lo tanto, al igual que el resto de mamíferos, ya no necesitamos seguir lactando.
Aunque el 85% de los adultos que siguen tomando leche continúan segregando lactosa, en mayor o menor medida como respuesta a la ingesta de leche. Es una de las razones con las que nuestro organismo nos confirma que la lactancia es sólo para el inicio de la vida.
En los casos en que ya se ha perdido el poder de la lactasa en nuestro organismo, la digestión de la leche es lenta y limitada para muchas personas, y a veces imposible. La lactosa que no se digiere permanece en el intestino, donde es fermentada por las bacterias del colon, lo que nos causa gases, dolor e inclusive diarrea.
Consumir leche deslactosada infiere que el proceso de separar los azúcares simples de los lácteos se ha realizado exteriormente, ocasionando que suban considerablemente los niveles de glucosa en sangre cuando la ingerimos. Por eso, tiene un sabor dulce.
Pero la lactosa o la glucosa de la leche deslactosada no es el único inconveniente de los lácteos. Hay otros componentes de la leche que son perjudiciales para nuestra salud como son: algunas de sus proteínas, grasas, minerales y hormonas de crecimiento. Sin mencionar las sustancias tóxicas producto de la industrialización.
Sobre estos componentes y su efecto en nuestro organismo le informaremos en la segunda parte de este artículo, en nuestra próxima edición.
Escrito por:
MZ Delpaeh Lara
Coach Angelical de Vida
Conductor CHIEC Barcelona
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