Queridos lectores, como mencionamos en la primera parte de este artículo, la lactosa o la glucosa de la leche deslactosada no es el único inconveniente del consumo de lácteos. Hay otros componentes de la leche que son perjudiciales para nuestra salud como son: algunas de sus proteínas, grasas, minerales y hormonas de crecimiento. Sin mencionar las sustancias tóxicas producto de la industrialización.
Proteínas
La caseína, que supone el 80 % de las proteínas de la leche, no puede ser correctamente digerida por nuestro organismo ya que a a partir de los 3 años de edad disminuye considerablemente la producción de la enzima denominada renina gástrica, que es la encargada de digerirla. Esta misma proteína, neutraliza en gran medida a los ácidos gástricos, dificultando aún más su digestión.
La caseína es una sustancia que incluso es utilizada desde antaño como pegamento de muebles. Esta, al no ser correctamente digerida se adhiere al tejido del tubo digestivo impidiendo la absorción de otros nutrientes. También es la causante de impermeabilidad intestinal y, tal como lo viéramos en el artículo relacionado al gluten, causa problemas en nuestro sistema inmunológico generando enfermedades crónicas.
El Dr. Thomas Colin Campbell, bioquímico estadounidense que se especializa en el efecto de la nutrición en la salud a largo plazo, nos dice: ”la caseína de la leche es el carcinógeno más potente que existe".
Calcio
A diferencia de lo que se pensaba acerca de los beneficios de tomar leche, básicamente su aporte de calcio y beneficio en huesos, dientes y crecimiento en general; el consumo de lácteos favorece a la desmineralización de los huesos.
La leche de la madre contiene todo el calcio que el niño necesita durante los dos primeros años de vida. Observemos que la leche de la madre tiene 32 mg de calcio/100 ml, y la de vaca 120 mg/100 ml (para cubrir las necesidades de los terneros). Para que la mineralización de los huesos sea adecuada tiene que haber una proporción del doble de fósforo con respecto al calcio y al magnesio. En los lácteos esto está muy desproporcionado y el calcio no puede transportarse al interior del hueso. No todos los minerales se absorben; se depositan en arterias, causando arterioesclerosis y puede incluso ocasionar cálculos renales. Además, el consumo de lácteos acidifica la sangre. Esto ocasiona que el organismo responda a este déficit proporcionando sales minerales que obtiene del hueso, debilitándolo.
Hormonas
La leche es biológicamente el alimento más completo para que el ternero crezca. Contiene las hormonas necesarias para esta función: de crecimiento, tiroideas, adrenales, sexuales, etc. Sin embargo, una de las hormonas que más nos afecta es la de factor de crecimiento similar a la insulina, que es epitelial y se considera causante de algunos tipos de cáncer.
Relación con leche materna
La leche materna es un alimento pre-digerido. Es decir, la madre se alimenta y descompone los alimentos en sus partes más pequeñas, las absorbe, y esto ya preparado se lo pasa al hijo, disuelto en agua. Además, con las enzimas necesarias para ayudar en la digestión al sistema digestivo inmaduro del recién nacido. La leche, creada para ir del pezón a la boca del lactante, le transmite todos estos ingredientes íntegros. Al tomar leche de otro animal no sólo no estamos recibiendo los nutrientes idóneos para nuestro desarrollo, sino que estamos tomando un alimento que ha sufrido unos procesos de conservación que han destruido las enzimas digestivas que ayudarían a su descomposición.
El ternero tiene unas necesidades diferentes a las de un niño recién nacido. Simplemente observemos que al nacer el ternero pesa 40 kg y al cabo de un año pesa 150 kg y a los dos años ¡más de 400!. El sistema digestivo y el sistema inmunológico del ternero y de un niño son diferentes y el sistema nervioso del hombre es mucho más complejo, necesita madurar más lentamente. La leche de la vaca está especialmente diseñada para las necesidades del ternero y las de la mujer para el niño.
Para el crecimiento rápido del ternero la leche de vaca contiene el triple de proteínas, y de mayor tamaño y diferente composición. Esta diferencia es crucial en los problemas que nos acarrea.
Además tiene 4 veces más calcio, 5 veces más fósforo, 30 veces más magnesio, 100 veces más manganeso (todo ello necesario para el esqueleto de una vaca).
Contiene la mitad de hidratos de carbono.
Las grasas son más densas y saturadas, carentes de ácidos grasos insaturados importantes para la maduración de nuestro sistema nervioso.
Es más ácida que la humana.
Tiene menos vitamina C.
Tiene las hormonas de crecimiento que necesita el ternero.
No contiene las células del sistema inmunitario que el lactante necesita para ser más resistente a las infecciones.
Algunas fuentes: Dr. Thomas Colin Campbell, Rev. chil. pediatr. vol.89 no.2 Santiago abr. 2018 Epub 03-Abr-2018
Escrito por:
MZ Delpaeh Lara
Coach Angelical de Vida
Conductor CHIEC Barcelona
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