La culpa tiene dos caras, una positiva y otra negativa. Su lado más luminoso está fuertemente asociado al sentimiento de empatía (se suele afirmar que las personas que se sienten culpables suelen ser también más empáticas). Surge al percibir el dolor del otro, pensar que el origen de su malestar está en alguna acción errónea realizada por uno mismo y desear corregir el daño causado.
Si bien puede llevar a evitar la situación por miedo a afrontar lo sucedido o para eludir un probable castigo, normalmente la tristeza por el daño causado provoca el deseo de pedir disculpas, enmendar la acción y aprender de esa experiencia para no reproducir el fallo.
Cuando se experimenta de forma anticipada tiene una función autorreguladora, actúa como un "simulador virtual de la situación" que activa la compasión y prevé el daño, evitando conductas dolosas. Esta es la culpa interpersonal, una emoción social que resulta esencial para la buena salud de las relaciones personales y de la sociedad.
La culpa tiene así un valor social indudable, pero puede producir daños individuales colaterales. Al no hacer "lo que se debe" la valoración culpable activa los sentimientos de rabia por haber fallado, junto con la tristeza por el dolor causado y la ansiedad por las posibles consecuencias. Es aquí donde puede activarse el carácter negativo de este sentimiento.
El culpable se instala en la rumiación obsesiva, evoca una y otra vez lo sucedido y activa pautas autolesivas pues al no canalizar la culpa hacia acciones correctivas dirige la agresividad hacia el propio individuo convirtiéndose en autocastigo.
Cómo transformar la culpa con autocompasión
1. Entiende la culpa. La culpa es normal. Es la forma en la que tiene el cerebro de lidiar con la amenaza de desconexión de uno mismo, de los demás y de las normas con las que nos regulamos.
2. Etiqueta la culpa. Etiqueta la culpa por lo que es: una emoción. Ponerle un nombre ayuda a tomar distancia entre tu y tu emoción.
3. Sustituye el juicio por curiosidad. Intenta evaluar tu experiencia de culpa con curiosidad mejor que juzgándola. La curiosidad sobre tus emociones puede ayudar a cambiar hacia una perspectiva de cuidado y comprensión.
4. Reconoce al crítico interior. Esto te ayudará a darte cuenta de que a tu crítico interior a menudo le gusta amplificar tu culpa. Recuerda a esa instancia crítica que estás trabajando para progresar e intentando avanzar lo mejor que puedes.
5. Practica lo que es útil no dañino. Intenta hablarte a ti mismo como si fueras tu mejor amigo. Pregúntate qué acciones son útiles para recuperarse de esta experiencia mejor que seguir con acciones que van a perpetuarla. Si estas trabajando en corregir una acción puedes ofrecerte correcciones constructivas mejor que culpabilizantes autoataques
Escrito por:
MZ ZIHAÍ
Coach Angelical de Vida
Médico Holístico
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