Formando de esta manera una red perfecta de interconexión que nos permite sobrevivir en este mundo. Por lo que podemos decir que tenemos un cerebro, que cumple una función específica que nos es de gran utilidad, pero igual que no somos sólo nuestros músculos o nuestros huesos, no somos nuestros pensamientos, ni somos nuestro cerebro. Somos más que un cerebro.
Tal como escribía el antropólogo David Le Breton, si la existencia humana se reduce a poseer un cuerpo, como si fuera un atributo, entonces la muerte no tiene sentido: no es nada más que la desaparición de una posesión, es decir, muy poca cosa (Le Breton, 1990, 21)
Según las investigaciones del biólogo Rupert Sheldrake, existe a nivel planetario un campo de conciencia para cada especie, de la cual todos los individuos forman parte y al cual todos contribuyen. Este campo de conciencia contiene toda la memoria colectiva que se almacena para la supervivencia, y provee a cada sujeto de la información necesaria para que se adapte de la mejor forma posible a su entorno.
De esta forma, los patrones por los que se genera nuestro cuerpo, son comunes para todos los especímenes de cada especie, y se guardan en forma de memoria colectiva. Por lo tanto, la mente individual y la colectiva no están dentro de nuestros cerebros, sino que existe como una red que se inter-relaciona con todos los individuos a los que engloba y que es no-local, es decir, que no está separada de nada ni nadie, sino que se encuentra en todos los lugares y personas a la vez.
Según los estudios del doctor Karl Pribram, inspirados en la teoría del universo holográfico del científico Denis Gabor, nuestro cerebro almacena la información a modo de ondas de interferencias en los espacios existentes entre las neuronas: las sinapsis.
De esta forma la memoria se halla guardada por todo el cerebro al mismo tiempo, y no se puede identificar el lugar exacto donde se almacena. De hecho, las funciones cerebrales que podemos delimitar dentro del cerebro, tales como la corteza motora (responsable de la motricidad), o el área visual, se corresponden a mecanismos de relación con estímulos provenientes del entorno y su consecuente respuesta.
Pero, los recuerdos, es decir, la información que guardamos sobre eventos anteriores en nuestra memoria, que determinan en cierta forma nuestra manera de pensar y actuar, no pueden ser localizados en ningún parte en concreto. Esto quiere decir, que la personalidad con la que nos identificamos, los pensamientos que consideramos como propios, no son creados por el cerebro.
El cerebro es el lugar donde estos pensamientos se relacionan con nuestro cuerpo, son el lugar de residencia de lo que creemos que somos; pero de igual forma que no podemos encontrar al locutor dentro del aparato de radio, no podemos encontrarnos a nosotros mismos dentro del aparato de nuestro cuerpo. Somos mucho más que un cerebro, somos mucho más que un cuerpo.
Somos la conciencia que crea el organismo a través del que se expresa
Tomado de los Círculos de sanación impartidos en la Formación Zolemgeh Estrella