En este mundo actual, la mayoría de las personas viven siempre de prisa y corriendo, no dejando el tiempo para disfrutar de la vida, que está compuesta de pequeños y grandes momentos que pueden ser hermosos.
La vida se ha vuelto cada vez más acelerada, y el esfuerzo por mantener el ritmo a menudo ocupa todo nuestro tiempo y atención. Las personas están tan enfocadas en como llegar del punto A al punto B que se les olvida de disfrutar del como llegamos allí. Corremos hacia la tienda sin fijarnos en las hojas de los árboles ni en las nubes del cielo. No nos detenemos a conversar con otras personas cuando estamos en una fila, no saludar a los demás cuando caminamos por la calle. Te has preguntado alguna vez, ¿para qué hago todo esto? ¿cuál es el propósito? Es importante reconocer que en el camino que andamos del punto A al B, hay momentos que nos enseñan algo, que nos enriquecen, pueda ser una conversación, un pájaro en un árbol, el sol, el clima, etc.
Estar siempre apurado y con prisa no deja tiempo para disfrutar de la vida, que se compone de pequeños momentos ordinarios, como ver caer la nieve del cielo, tener una conversación espontánea con un desconocido o demorarse en una comida durante varias horas. Los invito a que seamos conscientes y practiquemos estar más conectados con el momento, con el camino a recorrer.
Una cosa que podemos hacer, vivamos donde vivamos, es introducir pausas de concienciación en nuestro día y tomarnos 10 minutos para simplemente mirar por la ventana y observar lo que ocurre fuera. Tomarse un tiempo para mantener una conversación con el vecino, el cajero, conectarte con la naturaleza, etc. Participar en estos actos de intemporalidad hace que seamos mas conscientes de nuestras acciones y así poder sentir y disfrutar de nuestra vida a plenitud.
Escrito por:
Alexa Morales
Coach Angelical de Vida
Conductora del CHIEC Flagstaff
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