La vida es como una sinfonía, con notas altas, medias y bajas; y la armonía que resulta se basa en el balance y equilibrio de todas ellas.
Como humanos, podemos experimentar emociones y sentimientos, y aun así y estar armónicamente en equilibrio y balance, fluyendo con la vida y su ritmo. El dilema está cuando alguna de estas emociones se apodera de nosotros, nos invade y nos impide avanzar. Para muchos, la culpa es una de ellas.
La culpa es un estado emocional desagradable y un mecanismo en el que a partir de un acto o su omisión realizamos un juicio y dictaminamos que se ha cometido un error, es decir, que hemos actuado o han actuado en contra de nuestros principios, valores, creencias o pensamientos.
Es por eso, que la culpa nace de un juicio, sin juicio no hay culpabilidad, luego surge de nuestra interpretación. De ella derivan otras emociones densas como la tristeza, el miedo y la frustración y si nos enganchamos con ella, nuestra vida se vuelve un círculo vicioso donde cada vez nos vamos alejando más y más de la felicidad y la tranquilidad.
Ya sea que me culpe y me auto rechace o que culpe a otros, creyendo que son ellos la causa de mis desdichas, indiscutiblemente mi vibración irá bajando hasta el punto de experimentar bloqueos en diferentes áreas de mi vida, incluso expresadas también en dolencias en nuestro cuerpo físico.
Entonces, si comprendemos que tratarnos y tratar a los demás desde la aceptación, la flexibilidad y la tolerancia, nos ayuda a experimentar paz y tranquilidad de manera frecuente, nuestra vibración se eleva y la culpa desaparece. Si nos relacionamos desde el amor, los juicios se esfuman y es ahí cuando comprendemos que lo mejor que podemos hacer es perdonar y perdonarnos. Si, además, somos conscientes que equivocarnos o “cometer errores” hace parte también de nuestra humanidad, que es algo inevitable pues no somos perfectos, no tiene sentido mortificarse o reprocharse cada vez que cometemos uno.
Todo, absolutamente todo lo que hacemos y experimentamos es útil para nuestro crecimiento y evolución, por eso, si cada equivocación la miramos como un aprendizaje y trabajamos en ello, nos transformaremos indiscutiblemente en mejores seres cada día.
De esta manera nos liberamos de la culpa y nos reconectamos con nuestra esencia divina de amor e iniciamos nuestro proceso de Sanación.
Recuerda que cada día nacemos de nuevo y lo que hacemos por cada uno de nosotros, es lo que verdaderamente importa. La culpa existe, pero aferrarte a ella, cargarla o soltarla, será siempre tu decisión.
Escrito por:
Rosa Amor
Coach Angelical de Vida
Conductora CHIEC Reino Animal
Correo: reinoanimal.chiec@gmail.com
Instagram: @centroholisticointegral.ra
Website: reinoanimal.chiec.org
WhatsApp: +506 8391 3589
Comments